Cartas de Indrani

Queridas amigas, queridos amigos,

Un cielo majestuoso. Grandes, densas nubes blancas, otras grises. Por detrás de uno de los cúmulos blancos, el sol hace brillar intensamente sus bordes en color dorado y resalta el magnífico volumen. Haces de luz se filtran por las pequeñas aberturas entre nube y nube, forman columnas de luz cayendo sobre la Tierra. Viajo hacia el Oeste en este atardecer grandioso, que me lleva al sentimiento de grandeza.

La grandeza del atardecer es una manifestación de la grandeza cósmica que a veces nos sale al encuentro en el mundo exterior, especialmente en la Naturaleza; a veces explota desde dentro.

Una querida amiga me cuenta una experiencia de grandeza en la que pudo percibir la unidad que subyace a la aparente separación que rige el universo. Describe la felicidad absoluta que experimentó, la “Dicha” que sobrepasaba cualquier “felicidad” que ella hubiera conocido hasta entonces.

El “Universo” nos regala, aquí y allá, experiencias de grandeza. Por ejemplo, de expansión del pequeño ser en el gran Ser. De superación de los límites corporales y mentales para que saboreemos la ilimitación de nuestra verdadera naturaleza. O de un ensanchamiento del corazón que inunda el espacio de una presencia sagrada, que sabes, sin ninguna duda, que es sagrada.

¿Son regalos del Universo, de la Conciencia cósmica? ¿Regalos, quizá para impulsarnos a buscarla? ¿Para aumentar nuestro tesón si ya la buscamos? ¿Para animarnos en nuestros esfuerzos?

Sí, probablemente lo son. O quizá, más que de regalos, se trate de momentos en que conseguimos entrar en contacto con la Conciencia cósmica y tener una prueba de la Grandeza. Porque la grandeza es nuestra auténtica naturaleza —aunque con demasiada frecuencia oculta a nuestros ojos— y, de vez en cuando, conseguimos atravesar las capas que nos aíslan de ella y gustarla. Son instante en que alcanzamos a “tocar” la Verdad más allá del mundo ilusorio material.

Debemos saber, recordar, que la grandeza de esos instantes está siempre presente. No solo cuando un magnífico cielo de nubes brillantes y haces de luz derramándose entre ellas la trae hasta nosotros; también en los momentos en que podamos creernos más alejados de ella, o en aquellos, tan frecuentes, en que ni siquiera pensemos en ella. Por eso, si vas teniendo regalos-atisbos de esa grandeza, disponte a perforar allí donde haya aparecido. No cejes en tu empeño, porque, cuando menos lo esperes, comenzará a surgir a borbotones. Y, para todos, la Verdad impregna el universo. Bajo la superficie de la vida cotidiana, por encima de ella, y en todo el espacio y cada partícula de la Creación, reside la Grandeza, la Conciencia cósmica que nos da forma y aliento.

Desde la grandeza del alma,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira