Cartas de Indrani

Una ráfaga gélida de invierno se ha dejado caer desde la Cordillera Cantábrica. El valle se ha estremecido atónito: “¡A comienzos de Noviembre!”. Los chopos se han desprendido rápidamente de las hojas en sus copas y todos hemos tiritado un momento antes de decidir enfundarnos los abrigos. En el paseo a orillas del río, se percibe el pensamiento de los largos meses de frío que seguirán y, al mismo tiempo, el anhelo de la nieve en las montañas; el endurecimiento de la vida, y la esperanza del agua y la renovación.

¡Todo cuanto nos sucede, las personas con quienes nos relacionamos, los acontecimientos en que nos vemos envueltos, pueden observarse desde ángulos tan distintos! Por ejemplo, ante determinada circunstancia actúas de buena fe, y de pronto descubres con pesar que se te ha malinterpretado. Puedes estar dando lo mejor de ti mismo, y sin embargo se te helará el corazón cuando conozcas cómo encaran tus actos otras personas, tus propios amigos. Tus móviles pueden ser los más nobles y desinteresados, eso no es óbice para que los demás te consideren egoísta, incluso que vean en tus acciones el deseo de aprovecharte de otros o de tu posición.

Hace algún tiempo, un condiscípulo me hizo llegar un libro en que había recogido los recuerdos de su vida con Swami Kriyananda. Relataba cómo intentaba sintonizarse con su conciencia y cómo, en determinado momento, se dio cuenta de que esa sintonía lo llevaba a caminar de la forma en que lo hacía Swami Kriyananda. Un compañero suyo comentó: «Lo importante es la sintonía interior, no imitar los signos externos». Mi amigo comprendió que, desde el punto de vista de su compañero, era así. No había sido su intención “imitar” a Swami Kriyananda en su modo de caminar, pero tuvo la generosidad de admitir que su compañero, desde su perspectiva, estaba en lo cierto. Esta actitud por parte de mi amigo me produjo un profundo impacto, me conmovió su pureza de corazón.

Desde entonces, la manera en que mi amigo abordó la situación ha sido un punto de referencia para mí. Cuando, poco a poco, he conseguido avanzar en esa dirección, he podido gozar de la calma que te inunda cuando eres capaz de analizar tu comportamiento desde el punto de vista de los demás. Incluso en aquello que pueda relacionarse más estrechamente contigo, si te pones “en la piel” de quien te interpreta “erróneamente” y comprendes que, “en su piel”, las cosas pueden ser tal como las vive esa persona, entrarás en un remanso de paz; el conflicto que pudiera causarte su interpretación se desvanece. Y muy pronto, aceptar cómo pueden aparecer las cosas en la visión de los demás te llevará a un estado de calma gozosa.

En ese estado de calma, las opiniones de los demás, tus propias interpretaciones, carecen de importancia. Nada en esta vida tiene un papel trascendental, salvo situarse en las riberas del alma y ver desde allí cómo el ego se desliza aguas abajo hacia la disolución.

Desde las riberas del alma,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira