Cartas de Indrani

Queridas amigas, queridos amigos,

Un regalo de Pureza y Luz: al amanecer, el sol resplandeciendo sobre la nieve inmaculada. Un regalo de recogimiento y calma: al atardecer, estratos aluzados- violetas entre los que se cuela un intenso sol líquido al poniente. Gracias por este amanecer, por ese atardecer, por el amor infantil, por el apoyo de los amigos, por los gráciles movimientos del carbonero que en este momento picotea entre las hojas caídas de los avellanos…

La gratitud es un sentimiento liberador. Lo es tanto, que merece la pena tomarla como una práctica. Empezando por las cosas que la despiertan fácilmente, cuando se presenten, da las gracias. ¿A quién? A la persona de donde procedió lo que te hizo feliz —si existe esa persona—al Universo, a la Conciencia que te lleva a sentir esa felicidad.

Al hacerlo así, llegará un momento en que la gratitud surja por sí sola; incluso en circunstancias totalmente inesperadas. En circunstancias que anteriormente quizá levantaran un lamento, te encontrarás dando las gracias; es decir, expresando apertura, liberación.

Después, pasa a agradecer aquello que menos digno podría parecer de gratitud. Aquello que te produce una primera reacción de encogimiento o de rechazo. Detente un momento ante esta primera reacción, respira profundamente alejando con la espiración el impulso a cerrarte. Cerrarte significaría dejar fuera a tu alma. Así que respira, da entrada a la situación que te perturbó. ¿No te ayuda esa situación a ir más allá de tus límites? Sin duda lo hace. Las circunstancias que nos ayudan a disolver el ego suelen aparecer revestidas de púas, agudamente punzantes, o quizá como golpes que nos tambalean desde los cimientos.

Agradece, entonces, la oportunidad de ir más allá de ti mismo, de tu pequeño ser. Da las gracias ante las situaciones que sirvan para deshacerte de tus autodefiniciones.

Acoge con gratitud todo lo que rompa la imagen que te has formado de tu personalidad y, un día, descubrirás maravillado que las situaciones que te lastimaban ya no te perturban. Es más, parece como si las circunstancias mismas se hubieran dispersado en la nada; ya no existen.

La gratitud libera el corazón y expande la conciencia, abriendo de par en par las ventanas al alma.

Con gratitud,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira