Cartas de Indrani

Queridas amigas, queridos amigos,

Un cernícalo aletea nerviosamente por encima del matorral, descansa un momento en el aire, permite que este le dé un giro, y regresa a su aleteo. El graznar seco de los grajos da a la escena un tono de distancia, de lejanía. En el camino del río azota un viento helado. La Naturaleza se ha despojado de sus últimos ropajes y domina el ocre. Toda la gama del ocre se extiende a nuestra vista recortando las formas desguarnecidas. Existe belleza en la austeridad de las formas y el color, pero el sentimiento que predomina es de desnudez.

En el río, el cauce se ha colmado con las lluvias intensas de esta semana. El agua pasa rápida, achocolatada, arrastrando ramas desgajadas, formando crestas en el choque de las corrientes bajo la superficie.

Hoy nada externo puede servirnos de recreo; no podemos apoyarnos en la amabilidad exterior. La Naturaleza nos brinda sobriedad —gravedad, casi—, no motivos de regocijo. Una ráfaga fría hace danzar algunas hojas amarillentas por el camino. Solo podemos buscar apoyo en nuestro interior.

Bien, es como una bocanada de fuerza pensar que nuestro apoyo está dentro de nosotros. El viento que barre el paisaje barre también cualquier pensamiento inútil o “impertinente”; nos lleva a adentrarnos en nuestro ser profundo y afianzarnos en él.

Al Norte, la cordillera nevada. Su mole blanca continúa hablándonos de ir a la esencia. Y de vigor; de un vigor firme, seguro en sí mismo. Sus picos cortantes abriéndose paso entre las nubes refuerzan la sensación de firmeza.

De nuevo una racha de viento gélido. El aire frío es vigorizante, corre arrollando cualquier idea de actitudes medrosas. Hoy no hay lugar para el apocamiento o la debilidad. Este es el momento de la fortaleza, la firmeza.

Este el momento de firmeza en la Verdad. Fuerza para mantener nuestros ideales. Coraje para ser fieles al Alma.

Desde la firmeza del alma,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira