Cartas de Indrani

Queridas amigas, queridos amigos,

Los Montes de León aparecen cubiertos de nieve frente a mí. Viajo hacia Galicia. La blanca formación se despliega al fondo del paisaje, esplendorosa, señalándome la dirección a seguir. La nieve agudiza sus cumbres rodeadas de nubes amarillas-casi azufre y esos picos dibujándose en el horizonte no solo embellecen el viaje, también contienen una promesa: la promesa de una primavera colmada de color.

Esas son las primeras impresiones que recibo de los montes; enseguida se une a ellas el sentimiento de las crestas elevándose en el cielo como símbolo de la meta, del objetivo que queremos alcanzar.

Con cuánta apertura se inicia un viaje. Existe una predisposición hacia nuevas percepciones; en realidad existe una predisposición a «percibir» de un modo nuevo. Cada paso en el viaje es fresco. Lo emprendemos con la actitud del niño a quien se le enseña algo desconocido y pone sus cinco sentidos en capturarlo. Pone en ello «todo su corazón, toda su mente, toda su alma y toda su fuerza».

Por eso cada instante del viaje es un instante pleno. La promesa de la primavera va haciéndose a un lado —pertenece al porvenir y va ganando terreno el viaje en sí. Cada pequeña variación en la escena, cada matiz de las tonalidades invernales, pasan a primer término. Domina la inclinación a aprehender.

¿Y en nuestra vida diaria? ¿Cuál es nuestra actitud? El viaje nos enseña la actitud: vivir en disposición de adquirir conocimiento; las cimas enderezándose enérgicas nos transmiten poder para hacerlo, la fuerza para avanzar. Y junto a ello, tener una meta.

Emprendamos nuestro camino con la disposición del viaje, esta disposición a ir hacia delante; y con una meta. Movámonos abiertos a lo que nos depare la experiencia diaria, pero con la mira fija en la meta a la que nos dirigimos. Si algún deseo futuro o alguna antigüedad mental-psicológica pudieran lastrarnos, dejémoslos atrás. Disfrutemos de cada instante que nos encamina a la cima de la montaña; con la estrella polar de nuestra meta que nos permitirá seguir adelante sin desviarnos, firmes, seguros.

Desde la montaña del alma,

Indrani