Cartas de Indrani

Queridas amigas, queridos amigos,

Por más que —e inevitablemente— suceda cada año, en el paseo del río me sorprenden, y me asombran, los primeros atisbos de la vida que renace. Me sorprenden, me asombran y me emocionan. El corazón brinca al descubrir las primeras ramas nuevas que prolongan los troncos sarmentosos en granate.

Hoy la naturaleza comienza tímidamente su despertar. Se abre humilde y ofrece a la tarde lluviosa su primer color. Una felicidad alegre la acompaña, y crece cuando el sol, haciéndose un hueco entre las nubes, ilumina el río. La superficie del agua refulge. El camino asfaltado y húmedo también resplandece al sol. La naturaleza parece ofrecerse más nítidamente ante ese resplandor.

Cuánta expansión en esta ofrenda de la naturaleza que abandona su encierro. Cuánta expansión en toda ofrenda, especialmente cuando se brinda a la Conciencia Cósmica, al Espíritu Infinito. En ese momento el corazón —el centro energético del corazón— se extiende, sus bordes se difuminan y una gozosa sensación de rebasar cualquier confinamiento, como la naturaleza rebasa su confinamiento invernal, se establece en ese centro.

Qué dicha aporta la ofrenda interior, y quizá especialmente cuando lo que ofrecemos es una carga, porque la liberación se acentúa entonces. Por eso, alégrate ante los reveses, que te dan la oportunidad de ofrecer algo a lo alto, al Infinito. Cuando una situación externa defraude tus expectativas o tus esperanzas, ¡alégrate!, gracias a ella puedes abrirte a una conciencia mayor.

Si pasas por un periodo de baja energía, ¡ofréceselo a una energía más elevada! Si sientes un movimiento interior a contraerte, captúralo y ofrécelo a lo alto. Cuando una emoción comience a agitarse dentro de ti, no le permitas hincharse y terminar explotando, ofrécela hacia arriba suavemente, cuidadosamente.

No te cierres ante los «golpes»; por el contrario, ábrete y ofrécelos a un estado superior. Eleva la mirada —quizá con los ojos cerrados— y dirige tus emociones amablemente más allá de tu mirada. Como si lo depositaras en unas manos dispuestas a acogerlo todo, siente que el «peso» se disuelve y la emoción se eleva confiriéndote una dulce libertad.

Desde la ofrenda del alma,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira