Cartas de Indrani

Queridas amigas, queridos amigos,

Un momento esplendoroso en mitad de la tarde. El sol dora algunos tramos de camino mientras en el cielo se agolpan abultadas nubes grises y blancas. De pronto, un chaparrón se descarga en el ambiente templado. El corazón y la mente crean inmediatamente el arco iris; lo buscan, se formará sin duda. Sí, ahí está, un fragmento de arco iris que hace brincar una fibra en nuestro interior une las nubes hacia el Este. Un fragmento de vivos colores va apareciendo e intensificándose gradualmente entre los algodonosos cúmulos.

Y entonces, ¡qué derroche de creatividad! Tras el aguacero, una tenue película difumina los contornos del paisaje, todavía muy adusto pero en el que surgen ya débilmente los anaranjados que presagian la primavera. Las oscuras formaciones de nubes cargadas de lluvia se alternan con otras brillantes. La tierra y el cielo componen una sinfonía de contrastes en medio de la que resplandece el arco iris. Es magnífica; el alma se esponja contemplándola.

Esta es la magnificencia de la que también nosotros estamos hechos. Ese mismo esplendor reside en nuestro ser. La misma belleza que da forma a esta escena en medio de la tarde es nuestra esencia. ¿No es admirable? ¡Por qué con tanta frecuencia no permitimos que aflore en nuestro comportamiento, en nuestra actitud ante la vida!

Afortunadamente está en nuestra mano expresar la belleza de nuestro auténtico ser. Porque una de las cosas que está en nuestra mano es dejar a un lado la identificación con la fealdad, con la pequeñez, con el ego. Si analizamos a dónde nos conduce el ego, veremos que siempre nos lleva a lo reducido, lo limitado; veremos que siempre nos «encierra».  Obsérvalo, cuando ante una situación respondas con “estrechez” analiza un instante tu reacción; te darás cuenta de que ha sido guiada por el ego. Haz entonces este experimento:

La próxima vez que frente a una circunstancia —sea la que sea— comprendas que vas a contraerte, detente un instante y analízate; descubrirás que el ego está tratando de imponer su criterio. No se lo consientas. Da un manotazo al ego, apártalo. Haz un esfuerzo. Distánciate de la mezquindad. ¡En el momento en que lo hagas, sentirás tal descanso! Habrás descargado tu alma. Habrás abierto el espacio donde se manifiesta la grandeza, el mismo esplendor que creó esta magnífica tarde decorada de arco iris.

Desde el arco iris del alma,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira