Cartas de Indrani

Queridas amigas, queridos amigos,

En la última carta os hablaba de la columna astral, de visualizarla y tomarla como referencia. Hoy me gustaría que ascendiéramos a ese tubo de luz en la escala de nuestra vida y, de ser un «testigo», lo convirtiéramos en «artífice». Hemos visualizado la columna de luz, vayamos ahora desde ella hacia fuera, y hacia dentro de nuevo.

Se trata de lograr que nuestros «órganos de la acción», como los llamaba Swami Sri Yukteswar, nuestras palabras, nuestros pensamientos partan de ese luminoso centro interior. Esa columna es nuestra guía superior y, si queremos seguirla, llegará un momento en que comprenderemos que la forma más elevada de dejarnos guiar por ella es sentir que también es la «hacedora».

Ayer, un grupo de amigos nos reunimos a orillas del Cantábrico. Había mar brava y las olas de color verde lechoso venían imponentes a estrellarse contra el acantilado. La conciencia que creó el poder del oleaje, la fraternidad que enlaza la amistad, la tarde de arco iris que compartí con vosotros hace dos semanas es también la que mora en nuestro tubo de luz. Quién mejor que ella para actuar a través de nosotros.

Siente que esa conciencia pasa a través de ti y actúa a través de ti. Como si fueras el mismo tubo de luz, deja tu pequeño «yo» a un lado para que todos tus actos y pensamientos procedan de ella. Sin duda llevar este ideal a su máxima realización requerirá tiempo, pero toma la determinación de ponerlo en práctica. Puedes comenzar haciéndolo en algunos momentos concretos. Cuando determinada actitud, sentimiento, intención… que acuda a ti no sea la que desearía tu alma, échate a un lado, entra en el tubo de luz y consiente que sea esa Luz —o, si prefieres, esa Conciencia— la que ocupe el lugar de tu ego.

Quizá podrías pensar que al hacerte a un lado te empequeñeces o desapareces incluso. Muy lejos de ello, al ceder el puesto del ego a la Conciencia entras en una realidad infinitamente más amplia; adquieres una visión infinitamente más extensa, una comprensión infinitamente más clara.

Del mismo modo, cuando creas que tienes derecho a enorgullecerte de algo: algo que hiciste, dijiste, ideaste… detente un momento; no fuiste tú, revestido de tu personalidad, quien lo hizo, dijo o ideó, fue la luz interior,  y concédele a ella el mérito. Cuando alguien te muestre admiración, vuélvela hacia dentro y hacia arriba. Cuando se te alabe por algo, piensa que el «artífice» de aquello por lo que se te alaba no eres tú, sino esa Luz, esa Conciencia, y dirige a ella las alabanzas.

Poco a poco, en todo cuanto pienses, realices, imagines… siente que en realidad nunca eres tú quien «hace». Únicamente la Conciencia «hace» a través de ti.

Desde el alma, la Artífice,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira