cartas de indrani

Queridas amigas, queridos amigos,

Viajando hacia las Rías Bajas, el corazón va por delante de nosotros soñando el mar. La imagen extensamente azul, profundamente en calma, se abre en nuestro interior y nos llena. Experimentamos ya la dicha y la expansión.

Al llegar a divisar el mar, sin embargo, ¿qué sucede? La imagen que nutríamos con tanto esmero cae rota hecha añicos. Ante nuestra mirada atónita se despliega una masa plomiza, pesada y densa. En el mar es un día de «mar picada», de «resaca» invernal, y en la costa de fuerte viento frío.

No podemos evitar que la sorpresa traiga un ligero gusto amargo. Pero, ¡bien! ¡Aquí estamos, frente al mar! La expansión y la libertad no se ven disminuidas por las tonalidades grises. Y caminando decididos por el malecón de Carril nos parece como si estuviéramos respirando oxígeno concentrado hasta tal punto, que podríamos pasar varios meses alimentándonos solo de él. ¡Qué fuerza nos infunde respirar! Respiramos pura energía, pura vitalidad.

Al detenernos a contemplar el mar en la playa de Villagarcía de Arosa, reflexiono un momento en este cambio operado por la mente, o quizá por la conciencia. La crudeza con que nos abofeteó la primera vista plomiza del mar se ha transmutado en aceptación primero; en ahondar después para extraer lo que este día de invierno en el mar pudiera darnos; finalmente en la recompensa del poderoso sentimiento de vitalidad, y del sentimiento también de ser capaces de ir más allá de las circunstancias externas.

¡Cuántas veces la vida no presenta la cara que desearíamos contemplar! Y casi siempre —si no siempre— experimentamos un primer gusto amargo. Con mucha frecuencia experimentamos incomprensión y rechazo. Y, sin embargo, si somos capaces de aceptarlo y caminar decididamente hacia delante, llegaremos al estado en que podremos llenar nuestros «pulmones» del oxígeno de la dicha que corre por nuestro interior.

En realidad, ante las pruebas, y por debajo de la primera impresión de dolor, algo nos susurra que pasar por ellas es nuestro único medio de subsanar la carencia que dejan al descubierto. Nos debatimos contra ellas, nos revolvemos contra ellas quizá, pero en lo profundo de nuestro ser reside la certeza de deber afrontarlas. Y la certeza de la liberación que está emplazada al final de ellas esperándonos.

Las dificultades que parecen obstaculizar nuestra vida son justamente las que cada uno de nosotros necesita para avanzar. Y no existe otro medio de realizar ese avance. Para cada uno de nosotros se preparan los escollos del trazado que debemos superar, especiales, únicos para cada uno.

Sí, la Conciencia Infinita actúa para que alcancemos la perfección. Toda circunstancia, aun cuando no podamos verlo fácilmente, se orienta a ese fin. Así pues, por mucho que pueda costarnos entender por qué se presentan los escollos, por mucho que pueda suponernos un enorme esfuerzo bregar con ellos, debemos hacerlo. Y, ya mientras lo haces, respira el aire intensamente oxigenado del alma.

Desde la oxigenada alma,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira