Cartas de Indrani

Queridas almas:

Hace años, en Santiago de Compostela, tuve la oportunidad de conocer a lo que se llama una mujer «con arrestos». Su nombre era Lola. Lola nos contó que, en una ocasión, viajaba plácidamente en tren en dirección a Pontevedra cuando, de pronto, le sobresaltó una tremenda sacudida que la lanzó fuera de su asiento: el tren había descarrilado. Ella salió ilesa del accidente, y al bajar del tren, mientras se ponía a disposición de los pasajeros que estaban sufriendo, pudo observar el comportamiento de los demás viajeros. El primer impulso de algunas personas fue echarse a correr alejándose del tren todo lo posible, ¿por miedo a una explosión? Otras, sin embargo, se quedaron a atender a quienes necesitaban ayuda.

Los momentos en que nos vemos sometidos a situaciones extremas son momentos propicios para conocernos, para auto-conocernos. Para ver cómo aflora lo más elevado de nosotros mismos y también si existen rasgos en nosotros indeseables. En momentos así suelen salir a la luz actitudes que, por estar hundidas profundamente en nuestro ser, no son las habituales en nosotros; muchas veces, ni siquiera somos conscientes de ellas. ¡Y este periodo que estamos viviendo es un periodo extremo para tantas personas! Pueden aparecer rasgos de nosotros mismos que desconocíamos, pero, por ello, también es una oportunidad de enfrentarnos a aquellos que desearíamos desechar.

Sí, este periodo de aislamiento puede ser la estación propicia para que, desprovistos de todo lo externo, nos encontremos con nosotros mismos, nos conozcamos y cambiamos las tendencias que no nos conducen hacia la elevación. Porque además, parece como si al quedarnos a solas con nosotros mismos quizá de una forma más profunda que nunca anteriormente en nuestra vida, se nos pusieran delante de los ojos nuestros rasgos de carácter más escondidos. Los más refinados y también los que enmascaran quiénes somos realmente. Este es un momento excepcional de transformación.

Por la ventana de mi sala abierta a una preciosa mañana de Abril, llega el concierto de los pajarillos en la huerta. En muchas ciudades, esta época de confinamiento está trayendo a las calles los sonidos de la Naturaleza largamente olvidados. Desde sus casas, la gente puede volver a escuchar el canto de los pájaros; puede descubrir, «redescubrir», una realidad que estaba viviendo a su lado, que respiraba a su lado, y de la que no era consciente.

El alma inmortal y eternamente dichosa vive y respira a nuestro lado. Y este es un momento especial para perfeccionarnos y volver a ser conscientes de ella.

Desde el alma,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira