Cartas de Indrani

Queridas almas:

En una carta anterior pensábamos en las imágenes que en cada uno de nosotros despiertan el expansivo sentimiento de belleza. ¿Quizá una imagen válida para todos sea un campo de amapolas resplandeciente de rojo y verde? Si giro la cabeza, justo detrás de los frutales un campo de amapolas brilla al sol, su belleza me obliga a detenerme, como probablemente a todos vosotros cuando contempláis un campo de amapolas en una luminosa tarde de primavera. Estoy recreándome en su belleza animada por los cantos de un puñado de pajarillos cuando, de pronto, una nube cubre el sol: el rojo y verde se apagan, los pajarillos callan; el resplandor de la tarde enmudece. El corazón ha quedado en suspenso, pero enseguida un soplo de brisa retira la nube y el brillo regresa.

Esta es la historia humana: épocas que irradian luz seguidas de épocas de oscuridad; épocas brillantes que dan paso a épocas de apagamiento; años de bienestar seguidos de años de penuria; esplendor y caída de los imperios y civilizaciones. Podemos reflexionar sobre este fenómeno a nivel global ¿Y a nivel personal? ¿No es la vida de cada individuo una sucesión de etapas de calma e intranquilidad, de orden y caos, de éxito e inquietud?

Los ciclos contrastantes ruedan en el mundo exterior, en la realidad física-psicológica-emocional. Porque, en última instancia, es la emoción quien mantiene el movimiento. Y esto nos da la clave para detener estas constantes fluctuaciones. En el mundo interior las fluctuaciones no existen. En el mundo del alma no se suceden los ciclos contrastantes. Por eso, a medida que nos adentramos en él descubrimos el gozo. Un gozo que crece imparable.

Actualmente, en nuestra civilización, después de un período de bienestar parece acercarse una grave crisis. Pero el ciclo no se detiene; regresarán la bonanza, la salud, la calma. ¿Cuándo? Las previsiones varían, aunque se vaticina que la recuperación tardará varios años. ¿Por qué esperar? Además, ¿llegaremos todos a esa recuperación? ¿Por qué no poner las bases de nuestro bienestar en este mismo instante? En el mundo del alma las alternancias desaparecen. Pero no trae consigo la «nada», la «anulación» del ser. Únicamente los vaivenes se anulan. La dicha crece, una dicha imperecedera y siempre nueva. Utilicemos la meditación, las técnicas yóguicas, las herramientas espirituales para entran en ese mundo donde la dualidad cesa.

Desde el alma, libre de ciclos contrastantes,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira