Cartas de Indrani

Queridas almas:

Pocas veces me he bañado en el Mar Mediterráneo, así que no me atrevería a hablar sobre las sensaciones que pueden sentirse. Las que sí conozco bien son las sensaciones tras un baño en las frías y agitadas aguas del Atlántico en La Coruña. Meterse en el agua no es tarea fácil, o bien te tiras de golpe y pasas el «susto» sin concederte tiempo para pensar, o bien vas metiéndote poco a poco, preparando el cuerpo y la mente, y sufriendo lentamente la «impresión» del agua helada avanzando hacia la cabeza. Pero, cuando te has vencido a ti mismo y has conseguido sumergirte, y, especialmente si eres capaz de permanecer algún tiempo en el agua, al salir obtienes la vivificadora recompensa al esfuerzo. La inmersión actúa como una auténtica limpieza física y mental. Tras el baño uno se siente renovado, purificado, liberado.

Durante estos meses de confinamiento, para muchas personas la experiencia ha sido como el baño en un día de oleaje en Galicia; en sus vidas se han levantado olas que las han zarandeado, revolcado y dejado casi sin respiración. Y en estos violentos movimientos han ido perdiendo parte de sus posesiones: materiales y emocionales.

Quizá uno de los efectos más contundentes que tendrá la pandemia del Covid-19 será este desprenderse. El verse sometidos a situaciones de pérdida. En un primer momento, toda pérdida produce dolor. Con el tiempo se descubre que, en realidad, fue una ganancia. Pero, ¿qué hacer durante la etapa de dolor?

Creo que la mejor actitud es «dejar ir», permitir que se vaya de nuestra vida lo que deba marcharse. No aferrarse a nuestras posesiones, por mucho que nos parezca que son «nuestras», que tenemos todo el «derecho» a disfrutarlas. En última instancia, nada nos pertenece, se nos ha concedido durante un tiempo para ayudarnos a crecer, para procurarnos las experiencias que necesitamos en nuestro desarrollo, pero antes o después tendremos que abandonarlo.

Otra actitud que nos será útil durante el dolor por la pérdida es reflexionar en la verdad de que aquello que nos pertenezca por derecho volverá a nosotros. El «Universo» nos proveerá en cada circunstancia con lo que necesitemos. De nuevo, no nos aferremos a las cosas o a las personas, dejemos que se vayan si deben irse. Si tienen que forman parte de nuestra vida regresarán cuando llegue el momento propicio.

Y, por último, si tenemos la valentía de zambullirnos en la vida tal como se presente, en cada instante, los momentos de pérdida serán como darse un baño en las frías aguas de las playas coruñesas. Al salir nos encontraremos renovados, purificados.

No luchemos por retener en nuestra vida lo que está pugnando por marcharse. Dejémoslo ir. Si nos pertenece regresará a nosotros y, regrese o no, desprenderse será un baño vivificante.

Desde el alma,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira