Cartas de Indrani

Queridas almas:

Serena y dulce tarde de Septiembre. El mes se abre con su amable luz pulidora de aristas; su luz balsámica que regocija el corazón. En la huerta, cerrando los ojos, la dulzura de la tarde se transforma en quietud; primero quietud del cuerpo, después quietud mental, a continuación quietud que se difunde por todo el ser. Quietud también en la atmósfera, en las ramas que se tienden inmóviles en los frutales, en el silencio, en la profunda paz que impregna la huerta.

La agitación de la vida exterior se ha detenido. Nuestro ser entra en una amorosísima calma, se abandona a su caricia, se deleita en ella. Nuestro ser se reconoce en esa calma.

¿Por qué esta sensación de reconocimiento? ¿Por qué nuestro ser ama la calma? La reconoce porque la calma es una de las cualidades del alma, la ama porque es un atributo del alma; por eso la siente como propia, se identifica con ella.

No la agitación, no la turbulencia son características del alma. La agitación del mundo externo no forma parte de nuestra realidad. La agitación, la turbulencia, la confrontación nos son ajenas.

Obsérvate en alguna situación en que estés participando en las emociones de la vida exterior. Si puedes detenerte y observar, te darás cuenta de que tu ser profundo no está tomando parte en la emoción. Todo sucede en un nivel superficial. Si observas atentamente, verás que tu movimiento no penetra más que en capas externas de ti mismo. Incluso cuando se trata de una gran exaltación o un fuerte sufrimiento, si eres capaz de situarte en una posición de observador, podrás percibir lo volátil, lo efímero de la situación que parece envolverte.

La calma es una de las esencias de nuestra alma. La excitación, el conflicto, no se corresponden con tal esencia, no son componentes de nuestro ser. Ya que pertenecen a la realidad externa, no les demos cabida en nuestra mente o en nuestro corazón; dejémoslos fuera. Y cuando quieran arrastrarnos recordemos que nosotros no somos eso.

En estas dulcísimas tardes de Septiembre grabemos en nosotros la calma, una de las facetas de nuestra esencia.

Desde la dulcísima alma,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira