Cartas de Indrani

Queridas almas:

Tarde de contrastes en el paisaje. El cielo está cubierto de nubes densas, cargadas de agua, en su parte baja; por encima de ellas azul y sol. Unas zonas fuertemente iluminadas se suceden de otras en profunda sombra. Un prado verde brillante, cerrado por los penachos dorados de las últimas hojas de los chopos, se alterna con la oscuridad en un recodo del camino y al fondo la montaña en sombra. El rosa del bonetero y un verdecillo saltando entre la hiedra dan todavía más vivacidad a la tarde. Qué fuerza tiene este paisaje de contrastes, y qué variedad produce esta sucesión de formas a plena luz y formas casi negras.

El otoño ha desprovisto de sus vestiduras a los árboles y arbustos, ha enfriado la atmósfera, ha impuesto un tono severo. Aun así, basta que el sol se muestre o se retire de unas superficies y otras para que surja la belleza, y nuestro corazón se expanda contemplando los contrastes de color de la tarde.

Es sorprendente que podamos pasar día tras día por un mismo lugar, un mismo camino, y sea siempre distinto. Es una maravilla poder disfrutar de un paisaje siempre nuevo. Esta es una de las cualidades de los cambios estacionales, lo que podría ser un escenario que se repite semana tras semana, se convierte en un escenario cambiante, que evoluciona y se trasforma cada semana. Es también la cualidad que confiere la luz, y el movimiento del sol, al paisaje.

Y, del mismo modo, es también la cualidad de la dicha. Swami Kriyananda, al referirse a la visión del Paraíso como un lugar eternamente apacible, donde los ángeles cantan y tocan eternamente sus instrumentos, dice: «¡Qué aburrido!». Sí, nos aburriríamos «soberanamente» de una existencia sin cambios. No es un aliciente pensar que nuestras aspiraciones más elevadas terminarán en un rincón estancado, por muy feliz que sea, del Universo. Por eso Paramhansa Yogananda define el estado de Conciencia Cósmica como «dicha siempre nueva». No solo dicha, sino dicha en perpetua renovación, en constante cambio.

«La vida es muy vivible» decía una querida amiga que falleció hace años. Uno de los aspectos que la hace vivible es la variedad, el hecho de que cada día sea diferente.

Es un gran don sentir cómo la dicha crece en nosotros, cómo cada día que pasa está un poco más enraizada, más firme. Es un espléndido don sentir que la dicha es «siempre nueva». Y es un gran conforto saber que nuestros anhelos se dirigen a ese estado de dicha.

Desde el alma, siempre nueva,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira