Cartas de Indrani

Queridas almas:

Los campos amanecieron cubiertos de escarcha bajo una capota de niebla. Se presentía un día sin luz. Bien, un día así puede crear el ambiente adecuado para sentir acercarse la Navidad. Sin embargo, a medida que el sol se encaramó a la cumbre de la colina, la sobrepasó y continuó su ascenso por un cielo pálidamente azul, la luz fue extendiéndose débilmente por el paisaje. Los árboles, la hierba, el pelo del caballito que pace en el prado contiguo a mi casa, comenzaron a brillar. Las gotas de agua sobre la vegetación se transformaron en las resplandecientes fuentes de luz que siempre, invariablemente, expanden el corazón.

Este es el estado de ánimo —dulce y suave— propicio para contar esta historia de Navidad.

Los hechos sucedieron en Asís. Allí existe una escuela para enseñar el arte de vivir, una escuela de Ananda. Hace algún tiempo, se incorporó a la escuela una profesora que resultó —según la opinión general— inadecuada para la clase de enseñanza que debía transmitir. Todo el equipo que formaba parte del proyecto: profesores, administradores, padres… estaba de acuerdo en que debía abandonar la escuela.

Una decisión de esas característica necesitaba ser refrendada por la directora espiritual de Ananda en Asís, así que se convocó una reunión con ella para exponerle la situación. Todas las personas que participaban en esa reunión estaban seguras de que el resultado sería la expulsión de la profesora «non grata». Se presentó la información, todos pudieron explicar lo que estaba sucediendo, y esperaron la respuesta de la directora. Para sorpresa de todos, lo que dijo fue: «Vamos a meditarlo unos días. Volveremos a reunirnos dentro de dos semanas».

Bueno, era una postura inesperada. De todas formas todo el mundo estuvo dispuesto a esforzarse por meditar sobre ello sin prejuicios y tratar de ver más claro el camino a seguir.

Durante esas dos semanas no se produjo ningún cambio positivo. El comportamiento de la profesora continuó siendo indeseable; incluso empeoró. Así que, cuando llegó la reunión con la directora, todos estaban seguros de que esta vez no había duda: sería apartada de la escuela. Una vez más se trataron los distintos puntos a tener en cuenta y llegó el momento de la decisión. El estupor fue incontenible cuando la directora dijo de nuevo: «Vamos a seguir meditando sobre ello. Volveremos a reuniremos dentro de dos semanas». ¡Esto era inaudito! Las cosas iban de mal en peor. ¿A qué estaba esperando? ¿Por qué permitir que esta persona arruinara la labor de la escuela?

Pasaban los días sin cambios favorables. Por el contrario, la acumulación de actitudes inaceptables hacía la convivencia en la escuela cada vez más difícil. Se acercaba la reunión con la directora y los ánimos estaban algo revueltos. ¿Qué iba a suceder? ¿Y si volvía a decir que siguieran meditando?

Dos días antes de que se reunieran, la profesora presentó su dimisión.

Conozco desde hace años a la directora de Ananda-Asís. Mientras me contaban esta historia veía su bello y amoroso rostro; sentía su comprensión por encima de las «razones» de los demás. Y su final me emocionó.

Hay tantas lecciones que aprender en esta historia, aparentemente sencilla. Lecciones de empatía, paciencia, amor, confianza en las leyes del Universo, sabiduría… ¿Qué lección te propone a ti?

Desde la Navidad del alma,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira