Cartas de Indrani

Querida alma:

Si miras por la ventana hacia los campos o caminas por ellos en una mañana de fuerte helada —como no son infrecuentes aquí, durante el invierno en Villarrodrigo— tu vista, se pose donde se pose, observará únicamente cristales de hielo. Finos cristales blancos cubren por completo los pastos, los matorrales, los árboles más corpulentos. Ni una brizna de hierba, la más pequeña o escondida, queda sin acristalar.

En esas mañanas, incluso la atmósfera, cargada de agua congelada, está inmersa en el conjunto helado. La Naturaleza se compone de una única sustancia. Cielo, tierra, vegetación construyen una formación uniforme. En esas mañanas reina una absoluta unidad en la Naturaleza.

Según las enseñanzas del yoga, el Cosmos está constituido por solo cinco elementos. Todo el Cosmos se moldea con ellos. Y estos cinco elementos, a su vez, son «condensaciones» de una única Conciencia Cósmica. Simbolizan las etapas que sigue la Creación desde la Conciencia a la materia.

Nosotros estamos compuestos de esos mismos cinco elementos; somos una «condensación» de la misma Conciencia única. Esta Conciencia eterna, inmutable, infinita se expresa más o menos puramente en cada uno de nosotros, pero no por ello deja de ser nuestra naturaleza última. Y, si en esa mañana de helada, nos detenemos a observar los cristales individuales en, sin ir más lejos, una ramita del primer saúco del camino, veremos que todos son particulares, especiales.

Piensa por un momento en esa Conciencia; recrea su magnificencia, inmutabilidad, eternidad… Cierra los ojos e imprégnate de esta verdad: tú eres una manifestación de dicha Conciencia. Esa Conciencia constituye la «sustancia» que te da forma.

Ahora desciende a la conciencia de quién eres en el plano material y pregúntate qué cualidades de una Conciencia que puede llegar a ser conocida, por ejemplo, a través de la calma, el amor incondicional e impersonal, la paz, la energía… manifiestas en tu vida diaria. Obsérvate, descubre los rasgos de tu carácter que te acercan a esa elevación, y nútrelos. En cada uno de tus pensamientos y tus actos cuida amorosamente las semillas de la Conciencia Cósmica sembradas en ti. Alimenta su expresión en ti.

Observa también qué características de tu personalidad no son expresiones de esa pura Conciencia, y abandónalas. O, si abandonarlas no está de momento en tu mano, alimenta las características opuestas. Si sientes inclinación a la inquietud cultiva la calma; si te dejas arrastrar por la ira, gírate hacia la paz; si tienes tendencia a juzgar practica la compasión…

Como cada cristalito de hielo en una rama del saúco es único en su expresión de la helada que viste la mañana, cada uno de nosotros es una expresión única de la Conciencia; pero todos, en un nivel profundo, participamos de esa Conciencia única, de su inmortalidad, calma perfecta, infinitud.

Desde la Conciencia del alma,

Indrani

«Cartas desde el camino. Pasos de una discípula de Yogananda» de Indrani Cerdeira