Cartas de Indrani

Queridas almas:

¡Qué reconstituyente caminar a buen paso en el frío intenso! Tienes que respirar con tremenda fuerza para que el aire helado entre en tus fosas nasales, y entonces, un chorro de vitalidad sube al cerebro y sacude enérgicamente todo tu ser. ¡Qué vigor!

Sin duda la Naturaleza está respirando con la misma intensidad, y el mismo vigor trepa por ella preparándola para el verano. Sí, vivir en un lugar en que llega a hacer un frío tan cortante en unos inviernos de tal austeridad, te da el empuje para apreciar los cambios, para estar en disposición de comprenderlos. En el invierno se aprende a amar el viento nevero que te obliga a respirar a pleno pulmón y cargarte de aire oxigenado, de un extra de oxígeno. Y también a comprender lo efímero y cambiante de nuestro mundo.

Por cierto, hablar de este aire cargado de vida me hace recordar que, cuando Paramhansa Yogananda habla de la técnica de Kriya en la Autobiografía de un yogui, dice que proporciona una oxigenación tan extraordinaria que se absorbe más oxígeno del requerido por nuestro cuerpo, de forma que el oxígeno extra se transmuta en una corriente vital que rejuvenece el cerebro y los plexos nerviosos.

Así es, las ráfagas de aire glacial nos tonifican, y al mismo tiempo, aunque pueda resultar extraño, nos hacen pensar en el periodo de sol y vida exuberante que les seguirán.

Y nos hacen pensar en preparar nuestros «tallos» para que esta vida imparable corra por ellos con ímpetu renovado. Nos hacen pensar en transmutar el color de nuestra vida, como el de las ramas de los arbustos va tornasolando a grana, para expresar los colores más brillantes.

Respira con abundancia «oxígeno» físico, mental, espiritual, y medita hacia dónde quieres dirigir esa fuerza vital. ¿Qué brotes te gustaría que recibieran el prana de tus ramas? ¿Qué cualidades deseas hacer brotar en el próximo verano de tu existencia?

Caminando enérgicamente bajo el frío polar se entiende que la vida discurre constante y se transforma; se piensa en el cambio que supondrá el verano. Es reconfortante saber que llegará ese tiempo. Y hoy, respirar en la atmósfera gélida me hace sentir con alegría nuestro próximo verano, el verano de nuestro destino; no la estación física del verano, sino un verano de Eternidad, de Luz creciente, de Dicha creciente.

Desde el verano del alma,

Indrani

«CARTAS DESDE EL CAMINO. PASOS DE UNA DISCÍPULA DE YOGANANDA»