Cartas de Indrani

Queridas almas:

Estamos a más de 1500 metros sobre el nivel del mar, en lo alto de un puerto de montaña, el Puerto de Aralla, rodeados de una cadena montañosa que forma parte de la Cordillera Cantábrica. Frente a nosotros se abre un circo glaciar, en su valle se asienta la aldea de Casares de Arbás. Cuando desde esta altura miramos a lo lejos, al espacio abierto hasta las cumbres y más allá de ellas, se impone en nosotros el pensamiento de la libertad. Nuestra mente se colma con esa idea e inmediatamente nuestro sentimiento es de libertad. Pensamos en la libertad, respiramos libertad, sentimos libertad y anhelamos la libertad más excelsa que podamos imaginar.

Desde aquí es fácil, no solo comprender, sino experimentar, la expansión de ese estado de libertad. Cuando la vista se extiende hacia las cortantes cimas y pasa por encima de ellas, se sabe que tiene que existir ese estado de absoluta libertad, absoluta ilimitación.

Después, al descender a la meseta, al regresar a la vida en nuestra pequeña ribera, el pensamiento de la libertad nos acompaña y nos lleva a reflexionar en cómo alcanzarla también aquí, muy por debajo de los elevados picos que nos ayudan a mirar sin dificultad hacia arriba y a lo lejos. Y la respuesta a nuestra reflexión está ahí: «Mirar hacia arriba y a lo lejos».

La siguiente reflexión es: «Qué nos impide mirar hacia arriba y a lo lejos». Una de las principales causas que nos impide hacerlo es la carga que pueda acumularse en nuestro corazón. Así que la siguiente reflexión nos lleva a cómo descargar el corazón.

Me gustaría haceros llegar una práctica verdaderamente eficaz que realizo desde hace algún tiempo. Esta práctica ha aligerado de una forma maravillosa mi corazón y, al mismo tiempo, me produce tal gozo que se ha convertido en una fuente de dicha.

La introspección tiene, como tan frecuentemente, un papel aquí. En primer lugar se trata de observar tu corazón y aclarar qué está lastrándolo, porque a veces la causa del dolor o la opresión puede estar enmascarada. Intenta, entonces, diferenciar los pesos —si hay más de uno—que pueden estar comprimiendo tu corazón. Elige el que te sientas en disposición de soltar. A continuación, visualiza que, dulcemente, amorosamente, lo desprendes del corazón y lo depositas en una masa de luz. Visualiza también esa luz; brilla ante ti como un espacio algodonoso, suave, dispuesto a acoger la emoción que para ti es motivo de sufrimiento y a disolverla en su luminoso espacio. Déjala apaciblemente en la luz y observa cómo se desvanece. Continúa observando tu corazón libre de ese peso, la luz en que ha desaparecido; siente tu libertad.

Si hubiera más de una causa de contracción en tu corazón, vete soltándolas una a una, visualizando la luz, la disolución, experimentando la libertad.

Muy pronto sentirás tu corazón tan ligero que nada te impedirá mirar «hacia arriba y a lo lejos». Entonces podrás contemplar tu vida como desde lo alto de un puerto de montaña, viendo en el valle el pueblo diminuto; unos puntitos que corresponderán, quizá, al ganado pastando; toda emoción inexistente.

Y cuando subas a una alta montaña sentirás la misma libertad que gozas cada día en tu pequeña ribera.

Desde la libertad del alma,

Indrani

«CARTAS DESDE EL CAMINO. PASOS DE UNA DISCÍPULA DE YOGANANDA»