Cartas de Indrani

Queridas almas:

El silencio del invierno se colma de sonidos. Las menudas y vivas melodías de los pajarillos se extienden sobre la muda atmósfera de ayer. Su vivacidad nos sorprende desde cada árbol y matorral, y el corazón da un respingo feliz: «¡Ah!, ¡Estáis aquí! Habéis venido a tomar de nuevo vuestro puesto!».

A las lluvias intensas siguen las mañanas en flor; a más intensas las lluvias, más desbordante la floración que llega para sustituirlas. Cuanto más crudo ha sido el invierno, cuantas más fuertes las heladas y la nieve, más poderosa se impone la primavera.

Todo en la Naturaleza guarda un equilibrio. A la quietud invernal sigue la vida exuberante; a la pausa, los cantos; a la austeridad, el derroche en las formas y el color. A la necesidad sigue la plenitud.

El mismo equilibrio rige en nuestras vidas. Todo periodo de dificultad es compensado por una época de bonanza; toda oscuridad por los radiantes días de sol. Y, al igual que en la Naturaleza, cuanto mayor sea el anhelo de luz, más oscura será la penumbra. Cuanto más deseemos elevarnos a los cielos de la libertad interior, más tendremos que conocer la profundidad que puede alcanzar un abismo.

Todo guarda un equilibrio. Un paso adelante en nuestro crecimiento interior solo pude venir precedido de una prueba. Y, como la lluvia y la floración, cuanto más amplio el paso, más riguroso el escollo a superar.

Tratemos de recordarlo. Al vernos vapuleados por una tempestad, debemos recordar que es una «preparación». Y si su virulencia parece capaz de derribarnos, ¿qué grandeza no tendrá su opuesto?

¿Todo guarda un equilibrio? Sí, en la Naturaleza, en el mundo exterior, en la superficie. Esa ley ya no rige en las capas profundas de nuestro ser. Allí la luz no tiene que ser equilibrada con la oscuridad; la dicha no se compensa con el sufrimiento.

Mientras nos dirigimos a reencontrarnos con nuestro auténtico ser, no debemos perder de vista el equilibrio, la ley de la compensación. Pero no debemos perder de vista tampoco que es una ley limitada. Hay un recodo en el camino y, cuando lo doblamos, el equilibrio deja de tener validez.

Desde el equilibrio del alma,

Indrani

«CARTAS DESDE EL CAMINO. PASOS DE UNA DISCÍPULA DE YOGANANDA»