Cartas de Indrani

Queridas almas:

Viajando por las Rías gallegas en esta época del año se entiende que maya nos atrape en sus redes y nos mantenga en la tierra. Utiliza unas tretas de las que resulta difícil escapar: Por encima de un muro de piedra, un magnolio cargado de flores rosas espigándose hacia el cielo; un camelio blanco enmarcado por dos esbeltísimas palmeras y un limonero; un parterre de calas y margaritas moradas. Te embargan con su delicadeza; te parece que no necesitas nada más ¡Qué don disfrutar de una belleza así! Basta con ella: la vida es muy vivible.

«La vida es muy vivible, y por eso volvemos». Esto me dijo una querida amiga pocos días antes de morir. Desde luego la vida es especialmente vivible cuando te envuelve la belleza de los jardines gallegos junto al mar. Por un momento caes en la red de maya y te identificas totalmente con el mundo exterior.

Esta ofrenda floral es un regalo, un espléndido regalo de la Naturaleza y la creatividad humana; los conjuntos en los que intervienen palmeras son un solaz para la mente y el corazón. ¡Qué alegría estalla en nosotros! Nos hacen sentir, desde luego, que la vida es muy vivible.

Sin embargo, si por un momento te detienes en las sensaciones de un engalanado día de primavera en estos jardines, quizá te des cuenta de que se trata de una experiencia en la superficie de tu ser. Te colma de bienestar pero, al mismo tiempo, queda un poco fuera. Mientras te deleitas en esta profusión de flores, ¿no te parece que experimentas la felicidad en la parte más externa de ti?

Al menos eso es lo que yo observé mientras viajaba la semana pasada por las Rías, tras un primer golpe de arrobamiento ante tanta belleza. Y entonces surgió la necesidad de sentirla interiormente. Solo cuando se siente desde el centro de nuestro ser podemos experimentarla como algo duradero, como un símbolo pasajero de una belleza atemporal.

Todas las cosas son manifestación de una conciencia. En las cosas bellas esta conciencia manifiesta una elevada vibración. Esta es la razón de que nos llenen de bienestar y alegría. Pero no permitas que esta vibración se disipe en la atmósfera cambiante de maya. Observa las cosas bellas desde tu interior y siente su vibración dentro de ti.

Paramhansa Yogananda se rodeaba siempre de belleza. Los lugares en los que vivía estaban adornados con preciosos jardines. Porque la belleza vibra delicadamente y transmite esa vibración. Quizá también porque despierta en nosotros al anhelo de esa vibración refinada. Nos llama a buscarla.

Cuando te encuentres en un ambiente de belleza, trata de percibirla desde dentro. No te conformes con un disfrute superficial. Interiorízalo.

En todo momento, trata de vivir desde dentro. La vida es muy vivible cuando la vivimos desde el interior. Además, cuando la vivimos así nos desprendemos de la trampa de maya. Y entonces sabemos que no necesitamos volver.

Desde el alma, libre de maya,

Indrani

«CARTAS DESDE EL CAMINO. PASOS DE UNA DISCÍPULA DE YOGANANDA»