Cartas de Indrani

Foto de Swami Kriyananda

Queridas almas:

El pico La Polvorosa se yergue blanco con el sol haciendo brillar su cara rocosa; se yergue especialmente blanco quizá porque el camino del río desde donde lo miro está en sombra. Así blanco, con su afilada cumbre hacia el cielo, me parece un símbolo del alma. Mientras lo contemplo me habla de firmeza, resistencia, belleza, elevación.

Continúo caminando, pero el pico me atrae. Después de unos metros, retrocedo para verlo aparecer de nuevo entre los árboles. Ahora una cinta de nubes rodea su cuerpo. Así, rodeado de nubes, se acentúa la sensación de firmeza: su brillante blancura, su fuerza, su aguda cima en el cielo permanecen inmutables.

Estos días estoy corrigiendo el libro El portador de Luz, una biografía de Swami Kriyananda, el ferviente discípulo de Paramhansa Yogananda. Su resistencia ante las duras pruebas que tuvo que soportar durante su vida, pero especialmente su dulzura y su generosidad ante ellas, están suponiendo una gran enseñanza, y, por encima de todo, un motivo de admiración y reverencia.

Mientras camino pienso en Swami Kriyananda, en sus terribles pruebas, y en las pruebas por las que todos nosotros debemos pasar a lo largo de la vida. Comprendo que cada uno de nosotros recibe las pruebas a la medida de su preparación. Para alguien de la estatura de Swami Kriyananda las pruebas fueron de gran, grandísimo, alcance. Para una persona menor también son menores las pruebas. Pero siempre, en cada momento, se nos ofrece hacer el mayor esfuerzo posible por acercarnos al alma —aunque con frecuencia nos parezca que se presenta ante nosotros «un infierno». A medida que el desapego aumenta, aumenta la profundidad de aquello a lo que debemos enfrentarnos, porque lo que va quedándonos por vencer tiene que quedar definitivamente atrás.

En Swami Kriyananda, como en todos los grandes seres, el karma que vencen no es solo individual. En su biografía me impresionó leer que cierto karma puede quedar a la espera, «hasta que sea útil»; útil, no para la persona, sino para los demás.

Ahora, observando La Polvorosa con su cinturón de nubes, veo el alma elevarse por encima de las dificultades, sin perturbarse por las nubes que la rodean. La Polvorosa es también un símbolo de la actitud correcta.

Y cuando regreso del paseo, al aparecer de nuevo La Polvorosa, las nubes se han desvanecido. El pico brilla blanco, puro, inmaculado.

Desde el pico del alma,

Indrani

«CARTAS DESDE EL CAMINO. PASOS DE UNA DISCÍPULA DE YOGANANDA»