La entrada a la dicha

Queridas almas:

Sin importar dónde estuviera nuestra mente o nuestro corazón solo un instante antes de llegar, en el momento justo en que ante la mirada se abre una curva del camino tapizada de hojas naranjas, amarillas, pardas, todo se detiene; la mente y el corazón se calman. Los chopos y los fresnos crean la entrada vegetal, decorada en verde y amarillo; los chopos, los fresnos, los alisos, los boneteros, los sauces… forman el túnel ante cuya belleza se aquietan la mente y el corazón.

Al contemplar la quietud y la belleza otoñales, de inmediato nuestra energía se centra en la contemplación, se suelta de los pensamientos, las emociones, las razones… y se retira en nuestro interior. Toda preocupación, inquietud, todo proyecto desaparece. Solo existe nuestro Ser.

Es nuestro Ser, despojado de turbulencias, el que comienza a caminar por el túnel de ramas y hojas. Nuestro Ser, libre de los remolinos del ego, de deseos, necesidades, expectativas, se absorbe en la paz y escucha el silencio. La paz y el silencio ocupan el lugar que habían «tomado» los pensamientos y emociones, y los desplazan.

Entonces, en ese silencio, suena un chasquido, después un trino y, al mismo tiempo, un dulce silbato; los cantos agudos y parlanchines de una variedad de pajarillos convierten el silencio en alegría. Tu Ser que era paz y silencio se convierte en alegría. Y, si en ese momento, se derrama sobre tu cabeza una blanda lluvia de hojas amarillas y naranjas, la alegría desborda. Tu Ser se convierte en dicha, es dicha.

Cuando en una tarde de comienzos de otoño tu Ser se impone, sabes que esa dicha tiene una realidad superior a la realidad de las preocupaciones. Sabes que los proyectos, los razonamientos o las inquietudes son pasajeros; la dicha no pertenece a la dimensión del tiempo.

Así que, cuando las preocupaciones o los miedos te acometan, procura salir a la naturaleza y absorberte en ella. Pero, sobre todo, practica el ejercicio de retirar tu energía en el interior, soltarla de las cuerdas que la retienen en la inquietud. Aprende a concentrarla en tu Ser, como sucedió espontáneamente al ver el recodo del camino alfombrado de hojarasca. A medida que lo practiques, la dicha se mostrará cada vez más clara, más persistente, más intensa.

Llegará el día en que te reconocerás como dicha.

Desde el túnel de dicha del alma,

Indrani

«CARTAS DESDE EL CAMINO. PASOS DE UNA DISCÍPULA DE YOGANANDA»