Cartas de Indrani

Queridas almas:

Cuando el día da luz al paisaje, aparece un mundo de cristal, extraordinariamente puro en su ligero azulado. Al cabo de un tiempo, los primeros rayos del sol rebasan la colina y el cristal se dora; ahora el mundo es un cristal dorado, adornado de hojas y ramas. Al atardecer, un abedul que se inclina hacia el río recoge los rayos del sol en su viaje hacia el ocaso, sus hojas de luz anaranjada resplandecen sobre el agua brillante. ¿Quién ha diseñado este mundo de luces frías y cálidas, cristalinas y naranjas?

La cordillera está blanca, las primeras nevadas del año acrecientan su blancura, su firmeza, su fuerza. Al elevar la vista hacia ella el mundo se ensancha. Ya no es solo el fragmento de paisaje que se abarca desde la posición en el suelo. Se agranda para incluir un espacio mucho más vasto, mundos seguramente algo distintos, pero gobernados por las mismas combinaciones de luz.

Imaginemos que nos elevamos por encima de la cordillera, por encima de todas las cordilleras, y observamos la Tierra desde el espacio. La belleza y la grandeza de esta esfera azul sostenida en el aire, flotando en la «nada», nos haría sentir todavía más intensamente la vastedad. La misma luz que percibimos desde el suelo la ilumina.

Si continuamos alejándonos y alejándonos del suelo que pisan nuestros pies, no solo nos embargará la vastedad del espacio, también su disposición, su equilibrio, su movimiento perfecto y su perfecta cadencia. ¿Quién diseñó las leyes que mantienen este universo? ¿Quién conoce la Física y el Cálculo matemático hasta tal punto que pudo darle estructura? ¿Quién creó estos incontables puntos de luz?

Continuamos ascendiendo y observamos el espacio desde fuera. El asombroso diseño del universo, la asombrosa puesta en escena de las leyes físicas y matemáticas se aleja. La visión se ensancha, se expande hasta contemplar el Infinito. El asombro se convierte en Dicha, la cadencia en Eternidad. ¿Quién posee la capaz de crear el Infinito, la Dicha, la Eternidad? Para contemplar el Infinito imaginamos una luz.

Esa luz es la misma luz que nos permite idear el espacio, la Tierra, la cordillera, el cristal de la tarde y el cristal del amanecer. Y esa luz nos permite ir de unos a otros; hacer siempre que lo deseemos este viaje, ida y vuelta. Y esa luz nos posibilita vivir nuestra existencia en la Luz.

Desde la Luz del alma,

Indrani

Imagen de Abdullah Shakoor en Pixabay

«CARTAS DESDE EL CAMINO. PASOS DE UNA DISCÍPULA DE YOGANANDA»